domingo, 17 de noviembre de 2013

El atentado socialista contra el general Bosch: la captura de Enrique Pena Vila

El 5 de agosto de 1942, un grupo de guardias civiles de la Brigadilla, denominada oficialmente entonces Brigada de Investigación, se dispuso de forma estratégica en la calle Cartuchos (cuyo nombre oficial era entonces como ahora Varela Silvari), logrando capturar sobre las diez de la noche a Enrique Pena Vila, acusado por Bébel García, su hermano France y Fabián Alonso de haber tomando parte en el atentado contra el general Bosch. Estaba al frente de este grupo el entonces cabo, Vicente Peralta López, secundado por los guardias Antonio Lamas Codesido, Manuel Blanco Blanco y Ramón Villanueva Seijas. Peralta, en contra de lo que se lee, no era andaluz, sino que según resulta de las notas que enlazo abajo, había nacido en Poyales del Hoyo (Ávila). Parece ser que le prendía un poco la lengua, y de ahí puede venir la confusión de considerarlo andaluz. Aunque esta captura nos pueda parecer hoy muy importante o emblemática, por lo que he podido saber no da la impresión de que él la destacase sino que tal vez su mayor éxito profesional se encontró en cierta operación realizada en el País Vasco, en la que haciéndose pasar por un título nobiliario español, logró impedir que los Jesuitas evadiesen de España una muy importante cantidad de divisas, o metales y piedras preciosas.

Enrique Pena Vila había nacido en La Coruña el 19 de junio de 1899. En 1930 se titulaba periodista, en los 40 dibujante, y consta también que fue árbitro de fútbol. Pertenecía al PSOE parece que desde julio o agosto del año 1931 habiendo desempeñado en el mismo el cargo de adjunto al comité electoral. Según su declaración ante el cabo Peralta, fue nombrado presidente de las JJ SS en 1933, siendo detenido en 1934 al iniciarse el movimiento revolucionario. Cesó en la presidencia en 1935 por exceder de la edad para integrar las JJ SS. Según el conocido cabo de la misma Brigadilla, Luis Expósito Castaño, Pena Vila fue quien instigó un atentado contra los hermanos Canalejo, tal vez el que se produjo en la plaza de María Pita. Con el fin de poder nombrar apoderados e interventores, se le proclamó candidato por el PSOE en las elecciones del 16 de febrero de 1936, estando en el colegio electoral de los Molinos (Monelos). En esas elecciones tuvo una discusión violenta, llegando incluso a las manos, con Manuel Lázaro Duque, propietario de la óptica Lázaro, que según es notorio aún existe, al oponerse a que la mujer del óptico ejerciese su derecho al voto. Como vemos, pese a lo que se dice, las bases izquierdistas seguían sin estar nada conformes conque votasen las mujeres porque consideraban que carecían de criterio propio y votaban lo que les dijese el marido o el confesor.

AL COMENZAR LA GUERRA: EN EIREA Y LA CASA DE LOS CASTELEIRO

Enrique Pena Vila participó con todo entusiasmo en los preparativos de la rebelión contra el Ejército. Ya el 20 de julio de 1936, al oír las sirenas de los barcos a media mañana llamando a desatar la revolución, estaba en cama, levantándose y acudiendo al Gobierno Civil. Allí vio como en un despacho del primer piso, ocupado entonces por la Diputación, guardias de Asalto entregaban escopetas, haciéndose con una. Más tarde subió al segundo piso, ocupado por el Gobierno Civil, en donde según dijo cambió la escopeta por un rifle que al parecer no usó por ser de calibre especial y carecer de municiones para el mismo... En el Gobierno Civil los de la Lejía lo instaron a que les acompañase y se fue con ellos a registrar el piso de los hermanos Armando y José Casteleiro Varela en la calle Real. Digo registrar porque los Casteleiro estaban tan perseguidos que llevaban cuatro o cinco días fuera de su casa con temor a una detención gubernativa, pero de estar en su casa es indudable que los habrían, cuando menos, "detenidos". En este registro buscaban armas y subieron los de la Lejía con otros, aunque parece que Pena Vila se quedó en la calle haciendo guardia. Al oír que aporreaban la puerta de los Casteleiro para echarla abajo, con el objetivo de minimizar daños, los propietarios del edificio ofrecieron a los asaltantes la posibilidad de que allanasen la morada subiendo por una escalera a través del patio de luces, y así entraron sin encontrar las armas que buscaban aunque ocasionaron algunos daños. Mientras Enrique Pena estaba en la calle se le acercó un tal Florencio Ordóñez acompañado de un vecino de la calle Real, Adolfo Miranda. Cuando este pasaba por el Obelisco un grupo lo acometió al grito de ¡A ESE QUE ES FASCISTA! Lo rodearon, lo intimidaron y le preguntaron si llevaba armas. Como iba con una pistola la entregó para evitar la agresión. Al poco se lo contó a Ordóñez, que conocía a Pena Vila y suponiéndolo jefe, se dirigió a él por si podía hacer algo para que devolviesen la pistola a Miranda. En aquel caos, Pena Vila les respondió que a saber donde estaba ya la pistola.

Enrique Pena regresó al Gobierno Civil con Bébel y se encontró allí a José María Eirís Carro. En compañía de este pasó a un despacho en donde se hallaba un desconocido, Pepín el de la Lejía y Jacinto Méndez Esporín @ Vigatá, anarquista de la FAI, de lo más extremista. Estando en la Prisión Provincial de La Coruña y al saber seguro que lo iban a pasear, Vigatá decía que envidiaba a los que tenían creencias religiosas porque se consolaban con más facilidad. Pidió al padre de quien me contó esto que le llevase un ejemplar del Fedón porque esperaba encontrar paz interior al releer ese diálogo sobre la inmortalidad del alma, como así lo hizo y leyó pocos días antes de ser paseado. El padre de este amigo, directivo de Germinal, fue de los que identificó el cadáver de Vigatá en Arteixo. Lo visitó la policía al comenzar la guerra diciéndole que tenían informes malos sobre él, pero también los tenían buenos; que se estuviese quieto y no hiciese ninguna tontería y seguiría gozando del beneficio de la duda. No se movió, la policía lo visitó una segunda vez durante la guerra, y no lo volvieron a molestar, ni lo multaron, ni le exigieron responsabilidades políticas, ni nada. Como a la inmensa mayor parte de la población, aunque ahora se quiera dar idea de lo contrario. Ya sé que esta digresión debía ir en nota, pero vuelvo al surco. Decía que pasaron Eirís y Pena Vila a un despacho en el que estaba un individuo que no se identifica, Vigatá y Pepín (al que por una suerte de invento, últimamente dan en llamar Pepiño, como al hijo de la Rivereña, y a ambos se les conocía por Pepín). Eirís se dirigió a Vigatá entregándole una orden; este a su vez se la dio a Pepín encargándole que se hiciesen con las armas de la Armería Eirea de San Andrés. Una vez asaltada la armería, Pena Vila volvió al Gobierno Civil y al ser cañoneado el edificio huyó con otros refugiándose él en casa de su madre y de su madrina, saliendo por las noches a esconderse en las inmediaciones de la Dársena y otros lugares. Según sus declaraciones no salió de La Coruña y se refugió en estas dos casas. A saber.

VERSIONES DEL ATENTADO

Por lo que se refiere al atentado contra el general Bosch, en la causa aparecen dos versiones de Enrique Pena Vila: la que ofreció ante el cabo Peralta, que no tendría nada de particular que se obtuviese empleando los mismos procedimientos que se usaban con la república y antes de esta, ablandándolo a base de sopapos, o el que aún se usa en Guantánamo bajo la denominación de inmersión simulada, y que durante la república algún detenido en el cuartel de la Guardia Civil de La Coruña identificaba como haberle metido la cabeza en el pilón, lo que no significa que estos métodos condujesen a una versión necesariamente inveraz, según pone de manifiesto su uso actual por la primera potencia del mundo; y otra versión se encuentra en la declaración que prestó ante el juez militar.

Ante el cabo Peralta, Pena Vila manifestó que en la noche del 17 al 18 de abril de 1936 se encontraba con Félix Gila Esteban en el café Libory de la Rúa Nueva y al poco se presentaron Bébel y Juan Martínez Fontenla. Al parecer Gila se dirigió a la barra y oyó decir a un comandante de Artillería de Ferrol que al día siguiente tenía que asistir a una reunión de militares. En vista de esto, Gila comentó que había que saber quienes eran los militares, y a tal fin se dirigieron al Hotel de Francia en donde se hizo pasar por policía y revisó las entradas de viajeros, comprobando que se había alojado el general Bosch. A continuación se fueron al café Marineda (ahora esta el Vecchio), en donde se encontraron con France García y Fabián Alonso. En la conversación que sostuvieron el mismo Félix Gila criticó al general Bosch por la represión que había ejercido en Asturias. En vista de lo anterior Bébel o France acordaron cortarle las barbas al general, aunque Pena Vila y Martínez Fontenla se negaron en un principio, pero tras un tira y afloja, accedieron. Al salir del Marineda, Félix Gila desapareció y Fabián Alonso se separó del grupo volviendo al poco rato, y al pasar por delante de la farmacia de Vigil, este último y France entraron adquiriendo una barrita de nitrato de plata. Una vez en el hotel, Martínez Fontenla se quedó en la puerta y Fabián Alonso entregó su pistola a Pena Vila, con la que este exigió del sereno que los condujese a la habitación del general Bosch. Al abrir la puerta de la habitación en donde descansaba el general se le disparó la pistola y salieron todos huyendo.

Ante el juez dio una versión algo diferente. Dijo que en la madrugada del 18 de abril de 1936 llegó al Libory acompañado de Félix Gila, en donde se encontró con Bébel o France García, acompañado de Juan Martínez Fontenla, acercándose Gila al mostrador. Al volver a la mesa les señaló a un sujeto de paisano, que al parecer era comandante en Ferrol y que según le había oído decir, al día siguiente tenía que asistir a una reunión de militares fascistas. Salió el grupo del Libory y se  paró en el Marineda en donde se encontraron a Bébel o France acompañado de Fabián Alonso. Al abandonar el local y pasar frente al Hotel de Francia, Gila entró fingiéndose policía, vio las entradas de viajeros comprobando que entre ellos se encontraba el general Bosch. Salieron y Gila propuso cortarle las barbas al militar, oponiéndose Martínez Fontenla y el mismo Pena Vila. No obstante lo anterior, decidieron hacer lo propuesto. Fabián Alonso fue a buscar una pistola a su casa, oportunidad que aprovechó Gila para desaparecer sin decirles nada. Al volver el del Sport se fueron al hotel subiendo a la habitación del general, Bébel, France, Fabián y Pena Vila, quedándose en la entrada Martínez Fontenla. Al abrir la puerta, a Fabián se le disparó la pistola y salieron todos huyendo.

En mi opinión, este atentado hay que enmarcarlo en las noticias que recibían en el Gobierno Civil sobre el golpe que iban a dar los militares el 19 de abril, sospechando que a la cabeza de la sublevación se iba a poner el general Bosch, y quisieron liquidarlo. Algo así se pudo realizar por propia iniciativa de los socialistas que participaron en el atentado, aunque parece más razonable que contasen con la aprobación de otros, pongamos por caso directivos socialistas, o el comité del Frente Popular que manejaba la política provincial desde el Gobierno Civil a cuyo frente estaba Francisco Pérez Carballo; contra el que a su vez el guardia civil ordenanza a su servicio pudo recibir de su capitán, José Rañal Lorenzo, la orden de cargárselo en cuanto las fuerzas del Instituto accediesen al Gobierno Civil durante el golpe, orden que tal vez se moderó en el mismo momento de haberse dado por sugerencia del teniente José Aranguren Ponte, y se quedó en sólo encañonarlo. Lo iremos viendo y justificando con papeles.




2 comentarios:

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

En el archivo de la Capitanía General de Galicia (caja 1499) que se conserva en el Archivo Intermedio Militar Noroeste (Ferrol) se encuentra un documento interesante sobre Enrique Pena Vila. Me refiero a las diligencias previas 488/1934 por haberse hallado en su domicilio trece porras de alambre de acero.

En esta causa se identifica como dibujantes y dice que fue presidente de las JJ SS hasta fines de agosto de 1934, dejando el cargo al cumplir años y exceder de la edad máxima para pertenecer a las Juventudes. Explica el origen de las porras diciendo que en cierta ocasión hubo una colisión entre fascistas y JJ SS. Estos arrebataron las porras a los primeros y las llevaron al local social de las JJ SS. Pena Vila, creyendo que eran un depósito que los comprometía las escondió en su casa.

En el atestado le preguntan si sabe algo sobre las armas adquiridas por el socialista del Sindicato de Banca, Francisco Mazariegos, y reparto de las mismas durante los primeros días del movimiento revolucionario, responde que no sabe nada; que además estaba enemistado con Mazariegos porque lo tenía sometido a vigilancia y lo tachaba de agente provocador.

Era auditor accidental José María Salvador y Merino que considera inverosímiles las disculpas de Enrique Pena Vila. Al mismo tiempo considera que el hecho no tiene entidad suficiente para ser perseguido por la vía judicial y aconseja al general jefe de la División que se persiga por la vía gubernativa. Como consecuencia de lo anterior el general le impone una multa de 25 pts.

Eduardo Juliá dijo...

Buenas tardes. Buscando datos no conocidos sobre Jacinto Méndez Esporin, abuelo de mi mujer,me he encontrado este blog y me ha parecido emocionante lo que cuenta sobre su última lectura antes de su ejecución. Parece que tiene una fuente muy fidedigna. Su viuda no quería contar nada sobre él y a mí siempre me ha interesado su historia y conocer sus ideas para, de alguna manera hacerle sobrevivir. Un saludo, Eduardo Juliá (Sevilla)