jueves, 1 de mayo de 2014

El levantamiento del 19 de abril de 1936 en La Coruña (I)

Algún día tenía que empezar con esta entrada, así que comencemos. El que fue general farmacéutico, Ángel Ramos, escribió unas interesantes memorias --creo que en los 50-- que publicó su nieto, Diario de un general. En el capítulo que dedica a su llegada a La Coruña y a aquella farmacia militar instalada en la plaza de Galicia (aquí), y cuya jefatura ocupaba el comandante Miguel Galilea Toribio, señala:

A finales de mayo [en realidad marzo] de aquel 1936, el Comandante Galilea me anunció un levantamiento militar, para lo cual, trajo unos carros de arena y sacos terreros, que los pusimos en el sótano de la farmacia. Trajeron también numerosos fusiles y municiones. Estuvimos esperando como unos quince días, la orden de sublevación, pero no llegó a producirse.

Ángel Ramos: Diario de un general. 2011, p. 97.

Por su parte, el que fue general honorífico de Artillería, Eduardo Ozores Arraiz, en testimonio a Carlos Fernández, relata que en 1936 estaba destinado en el Regimiento de Artillería Ligera nº 16, de guarnición en La Coruña. El ambiente que se respiraba tanto en el cuartel como en la calle era de intranquilidad por el progresivo deterioro de la convivencia pacífica y del orden público. Así estaba el panorama cuando se presentó en el cuartel "tras el triunfo del Frente Popular --o no sé si un poco antes-- el capitán de la Guardia Civil José Rañal con el objeto de conocer nuestras opiniones sobre un alzamiento". Y añade:

El capitán de la Guardia Civil no se pudo contener y preparó un golpe de fuerza contra el Gobierno Civil de La Coruña para mediados de abril. Antes de efectuarlo, fue delatado por un compañero, juzgado --con otros militares-- y trasladado a Pozoblanco.

Carlos Fernández Santander: Alzamiento y guerra civil en Galicia, La Coruña : Xerais, vol. II, p. 677.

SOSPECHAS DEL GOBERNADOR

Ocupaba el Gobierno Civil de la provincia, Francisco Pérez Carballo, que había llegado a La Coruña el 12 de abril. Recibió confidencias en las que se decía que elementos militares celebraban reuniones en lugares apartados de la ciudad. El viernes 17 de abril tuvo noticia de que se estaba celebrando una de estas reuniones en la Granja Agrícola Experimental, lo que le produjo un cierto recelo por lo apartado que estaba entonces la zona que hoy ocupa el polígono de Elviña. Se puso en contacto con la Guadia Civil y dio instrucciones al primer jefe de la Comandancia de La Coruña para que le informase, teniente coronel Benito de Haro Lumbreras, que estaba comprometido y lógicamente indicó que en la Granja no ocurría nada anormal. En la madrugada del viernes 17 al sábado 18, el gobernador tiene de consejero áulico a un chaíñas de la calidad de France García, uno de los de la Lejía, presidente entonces de las Juventudes Socialistas, quien según el gobernador le confirma (sic) que la reunión se había celebrado. En esa misma madrugada se produce el atentado contra el general Bosch que ya vimos, perpetrado por las las JJ SS, France García incluido.

En la mañana del sábado 18 según manifestación del gobernador, el sargento de la Guardia Civil, Manuel Santos Otero, estuvo en una de las secretarías de la Audiencia tratando de adquirir pistolas. Ya veremos que de acuerdo con la declaración de un oficial de estas secretarías, que se lo comentó a uno de los de la Lejía, allí se habrían presentado dos jóvenes que se identificaron como fascistas. En ningún caso se alude al sargento Santos, que por aquellas fechas ya debía ser comandante del puesto y teniendo la Guardia Civil asumidas las funciones en lo que a inspección de armas se refiere, resulta cuando menos extraño que tuviese que proveerse de pistolas en las secretarías de la Audiencia, que las conservaban como pruebas de convicción de sumarios sobre tenencia ilícita de armas, asesinatos, etc.

Ya en la noche del 18 al domingo 19, el gobernador recibe confidencias de calidad similar a la de France. De hecho el propio France y Juan Martínez Fontenla, observan sobre las once y media de la noche del sábado que dos camiones militares recogen paisanos en la plaza de Pontevedra. No debía fiarse mucho el gobernador cuando envió a dos policías quienes le indicaron que sobre la una y media de la madrugada vieron circular por Rubine hacia la plaza de Pontevedra, ruta obligada para bajar a la ciudad desde la posición militar del monte de San Pedro, a un camión militar en el que iban soldados provistos de armas largas. La noticia se la confirmó asimismo Manolito Vázquez, conserje de Izquierda Republicana. Sobre las tres de la madrugada, otra persona le indicó que al principio de la calle de la Barrera se había estacionado un coche ocupado por oficiales de la Guardia Civil. Se bajó uno advirtiéndole sus compañeros que lo esperaban. Otro testimonio le señaló que un capitán retirado de la Guardia Civil, vecino de la calle de Picavia, que no recibía, esos días recibió numerosas visitas de militares. Sobre las cuatro cesó el movimiento de tropas y el gobernador se retiró a descansar.

Las noticias, pese a parecer en parte ciertas, en general se aproximan al cotilleo, a haber hecho algún curso sindical de espía rusa o de portera, pero dan idea de cuales eran las relaciones del gobernador, entre otros los autores del atentado contra el general Bosch; lo cual también da idea de las manos y la cabeza en la que estaba la provincia. No es por ello de extrañar que al auditor no se le presentasen demasiadas dificultades ni tuviese que hacer ingeniería jurídica para dictar un auto de sobreseimiento de la causa que se instruyó por rebelión militar, como veremos dentro de unos días.



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