lunes, 17 de noviembre de 2014

Asesinato de Manuel Doval Lemat en Cambre (II)


PRIMERAS PESQUISAS

Al producirse el atentado se dio aviso al puesto de Sigrás de la Guardia Civil, que se trasladó al lugar. Sobre las tres de la mañana efectivos del Instituto se desplazaron a la estación del ferrocarril de Cambre desde donde telegrafiaron a la Comandancia de La Coruña dando cuenta de lo ocurrido. Desde la Comandancia se dio orden para la inmediata salida de las fuerzas disponibles de Betanzos, Línea de Sada y Línea y destacamento de Órdenes y de La Coruña. Con ellas, empleando camiones, se estableció un cerco completo de Cambre a diferentes distancias, prosiguiendo la búsqueda con servicios de apostadero en la comarca. 

Estos trabajos no dieron el resultado apetecido y la Guardia Civil, pendiente de cualquier indicio, tuvo una confidencia en Oleiros que se quiso comprobar. Dos días antes del asesinato de Coché, Enrique Barbeito Illobre, conocido por el Hijo del Castaño, dijo en Oleiros en la taberna de Emilio Larrosa Freire, que atendía en ese momento su mujer Josefa Pardo Castro, que durante el Movimiento le habían matado a su hermano Santiago y que debido a las multas que le habían puesto a su padre y gastos a que hicieron frente por andar huidos, su padre tuvo que traspasar la tienda que tenían en El Burgo, pero que todo eso sería vengado... Parece ser que al comienzo de la guerra detuvieron al padre de Enrique, pero debió comprobarse que no era culpable y lo pusieron en libertad a las 24 horas. No debió suceder lo mismo con su hermano, que fue llamado a declarar a La Coruña y desde entonces no supieron más de él. Por esas fechas alguien comentó en El Burgo que habían aparecido en la Cuesta de la Sal varios individuos muertos por la violencia. Allí se desplazaron algunos vecinos del Burgo buscando a José García Rey, a uno apellidado Sabio Ucha y a Santiago Barbeito Illobre. Cuando llegaron ya habían retirado los cadáveres pero por la descripción que les dieron de los cuerpos, Enrique Barbeito adquirió la convicción de que uno era el de su hermano Santiago. Sobre estos muertos por la violencia se hizo mucha demagogia y corrieron abundantes leyendas urbanas, por ejemplo que los mataban "por ser republicanos" o por meras venganzas, o envidias, por ejemplo de un sastre al que hacía la competencia otro sastre, etc.. Me da la risa, vamos. Con las excepciones que se quieran --y cualquiera comprende que en una guerra no es posible el matiz y en ocasiones se cometen errores--, los que aparecían muertos por la violencia eran en general individuos sobre los que había pruebas incontestables de que se habían comportado como enemigos de los alzados, bien formando parte de partidas armadas en barricadas, dirigiendo actividades violentas desde el Gobierno Civil, asaltando armerías, viviendas, hoteles, etc. Como se habían aprovechado de su estatus de paisanos para enfrentarse a un ejército uniformado no se les consideraba con dignidad suficiente para comparecer ante un consejo de guerra así que se les castigaba por la misma puerta de atrás que ellos habían usado. Tenían más puntos para caer los dirigentes que los dirigidos. Estos últimos para aparecer muertos por la violencia debían poseer antecedentes penales, policiales, o de mala conducta hasta un grado en que se les considerase peligrosísimos para el mantenimiento del orden público, capaces de empuñar armas y matar, de colocar bombas o desarrollar otras actividades violentas.

Al tener conocimiento la Guardia Civil de esa amenaza de venganza, producida como digo dos días antes de realizarse el asesinato de Doval, se desplazó a Oleiros el jefe de las fuerzas antiterroristas de la época en La Coruña, cabo primero de la Guardia Civil, Vicente Peralta López, jefe de la Brigadilla, que tomó declaración a la tabernera y al inculpado. Sus pesquisas se orientaron a conocer qué había hecho Enrique Barbeito el día y los previos al asesinato. Como tuvo algunas dudas, lo puso a disposición de la autoridad judicial militar en la Prisión Provincial de La Coruña. En ella permaneció un mes porque con la detención de Manuel Luis Bello Parga y las importantes revelaciones que hizo este violento, quedó del todo claro que la amenaza de Barbeito no pasaba de una bravuconada, no tenía relación con el atentado de Cambre, el alcalde de Culleredo informó sobre él indicando que era de izquierdas pero de buena conducta, así que fue puesto en libertad.




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